Cuenta una vieja leyenda irlandesa que al final del arco iris hay una olla llena de oro esperando a quien la encuentre.
A veces, los días de lluvia traen estas cosas, la luz blanca se refracciona en diversas longitudes de onda, siendo cada una de ellas desviada con un ángulo diferente. Esta experiencia ya fue analizada por Dietrich de Freiberg en el s. XIV y por Descartes en su Estudio del Método de 1637 aunque fue Sir Isaac Newton – probablemente el mayor cascarrabias de la historia de la ciencia a quien más le debamos la sociedad en general- quien explicó el fenómeno de la refracción y dispersión de la luz en su tratado de óptica de 1704.
Lo malo de los efectos ópticos que dependen de la posición del observador es que si éste se aproxima, el arco iris se desplazará con él, como cuando uno es pequeño y observa que la luna le acompaña cuando viaja en coche, de modo que la olla de oro nunca estará a mano. De modo que ya saben el secreto para salir de la crisis: trabajar, trabajar y trabajar porque es mejor no fiarse de alcanzar ningún tesoro.
Por cierto, no vayan a informase sobre el fenómeno a la wikipedia, que peca de anecdótica y banal (como lo es este blog, pero no pretendemos ser oráculo del conocimiento) y sólo se salva un párrafo de lo que publica en la entrada «arco iris». A cambio, les dejo un par de enlaces más completos al respecto:
http://es.wikibooks.org/wiki/F%C3%ADsica/%C3%93ptica/Teor%C3%ADa_completa_del_Arco_Iris
http://teleformacion.edu.aytolacoruna.es/FISICA/document/fisicaInteractiva/color/arcoIris/ArcoIris.htm#formacion en donde además pueden aprender más cosas sobre el color.